Hace unos días me envíaron una historia realmente sorprendente, así que lo compartiré con todos vosotros, la cual he titulado «El Abuelo Seductor y su gran Prueba de Semen».
Como sabrás la edad no es un límite para la seducción, así que el siguiente relato quizás no te sorprenda del todo, pero a pesar de ello estoy seguro de que cambiará de alguna forma tu estado de ánimo en unos cuantos segundos; sin más la historia empieza así:
Un Doctor pide una muestra de semen a un hombre de 85 años como parte de su control anual, para ello le ofrece un frasco pequeño para almacenar dicha muestra, posteriormente le dice:
«Llevese este botecito a casa y traigalo mañana con su muestra de esperma» al día siguiente el semental de 85 tacos regresa al consultorio y entrega el frasco, el cual se encontraba totalmente «vacío» ante esto el Especialista le pregunta al hombrecillo qué significaba esto, ante lo cual el abuelete contesta:
No he sido capaz, primero lo intenté con mi mano derecha y no conseguí nada, luego lo volví a intentar con las dos manos y tampoco pude, ya cansado le pedí ayuda a mi mujer, ella igual que yo lo intentó con una mano y luego con las dos, estaba muy duro y fuerte, pero a pesar de ello tampoco pudo conseguirlo.
A continuación mi esposa volvió a intentarlo con la boca y a pesar de tener una dentadura nueva tampoco pudo, nuevamente lo intentó sin la dentadura puesta, pero igualmente era imposible. Llegó mi joven nuera a casa y se prestó a ayudarme diciendo: «eso no es imposible para mi» probó un buen rato de todas las maneras posibles, posturas raras y dolorosas, pero igualmente no lo consiguió.
Tras tantos intentos vimos a través de la ventana a María, la monja del barrio, así que la hermana se unió a ayudarnos, lo hizo con las manos, con mordidas, con el brazo, apretando bien las rodillas, pero a pesar que ella lo hacía mucho mejor que mi mujer y mi nuera no pudo conseguirlo, yo ya no podía más ¡mis venas casi explotan de tanto esfuerzo y dolor!
Ante tal historia el Doctor se encontraba algo nervioso, casi en estado de shock y dice: ¿me está diciendo que le ayudó su mujer, su jovencita nuera y una monja? ante lo cual el abuelo seductor que casi no podía mantenerse en pie contestó:
«Sí señor Doctor, ninguno de nosotros pudo abrir el frasco»
Espero que te haya gustado este buen chiste, por supuesto el culpable ha sido tu mente calenturienta al recrear más de una agradable sesión de sexo ¿sí es así? ya estás recitando como mínimo 100 padres nuestros y 200 Aves Marías. Salut!
Seducción 16
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